Cuando se cruzan y se enriquecen los saberes
Esta historia relata el nacimiento de la búsqueda participativa desde un cruze de saberes con las personas en situación de pobreza.

Por Françoise Ferrand (Francia)
D urante dos años, de 1996 a 1998, un programa experimental franco belga, Quart Monde — Université (Cuarto Mundo — Universidad), reunía por primera vez en una misma investigación a académicos e investigadores, personas con experiencia de vida en situación de pobreza y miembros del voluntariado permanente de ATD Cuarto Mundo.
Conjuntamente crearon la iniciativa científica del Cruce de Saberes que posteriormente se validará en un coloquio internacional celebrado en 1999 en La Sorbona.
En el año 2000, sobre la base de los logros de dicha iniciativa, el programa experimental Cruce de Prácticas, reunía durante dos años a profesionales de diferentes ámbitos de intervención social y militantes Cuarto Mundo en situación de pobreza. El objetivo es, mediante el cruce de las respectivas prácticas de acción, elaborar herramientas de formación inicial y continua.
Durante un seminario de dicho programa, un grupo trabajó sobre el tema de la participación ciudadana. El grupo reflexionó sobre los aprendizajes que hay que adquirir para lograr una verdadera participación de personas que viven en situación de pobreza. El debate abordó el tema de las necesidades fundamentales de todo ser humano.
Una profesional en materia de vivienda habló de la jerarquía de las necesidades de las personas, que hay que respetar, y terminó su exposición haciendo referencia a Maslow, psicólogo estadounidense. Los militantes Cuarto Mundo y yo misma, que coanimaba este grupo sobre la participación no habíamos nunca oído hablar de Maslow. Pedí que explicase más. Entonces un profesional dibujó la Pirámide de Maslow en la pizarra. Junto con los militantes Cuarto Mundo descubrí esta clasificación de las necesidades y, sobre todo, la jerarquía que establece Maslow: no se puede alcanzar el nivel superior si en primer lugar no se han cubierto las necesidades del (los) nivel(es) superior(es). Carina, Patricia, Baudoin y Joëlle reaccionaron: «Vivía en un cuchitril fuera del pueblo pero para resistir necesitaba escuchar música clásica».
Se inició entonces un animado debate sobre el espacio y la importancia que acordamos a las necesidades de las personas.
¿Quién las define?
Un profesional, responsable de un centro comunitario de acción social había explicado previamente como su ciudad actúa con las personas sin domicilio. A todas esas personas se les concede un alojamiento. Poco tiempo después de haber obtenido un alojamiento se encontraron a una de esas personas, de cerca de cuarenta años de edad, muerta en su apartamento, «ha fallecido dignamente» concluyó el profesional. Los militantes Cuarto Mundo preguntan: «Es cierto, tenía una vivienda, estaba protegido de la calle, pero, ¿realmente se han tenido en cuenta las necesidades de este hombre?».
Para Carine, Patricia, Baudouin, Joëlle, es importante no fragmentar ni compartimentar las necesidades de las personas. Esgrimen como argumento que es muy importante mirar a la persona en su globalidad, es decir, no únicamente a través de sus carencias sino también a través de sus aspiraciones.
Únicamente las necesidades primarias parecen vitales cuando se trata de personas que viven en situación de pobreza. «Una persona puede tener necesidades culturales incluso si no tiene qué comer o dónde vivir. En ocasiones es la única forma que tienen para aferrarse a algo» dicen. Joëlle explicó: «A mi hija le da igual dormir en una cama pues prefiere que el dinero que serviría para comprar su cama se utilice en sus clases de equitación».
Patricia puso el ejemplo de Geneviève Anthonioz — de Gaulle, entonces Presidenta del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Geneviève de Gaulle vivió la experiencia del campo de concentración de Ravensbrück: «Nos dijo que le habían privado de todo, y lo que le ayudó a resistir, fue la cultura y la espiritualidad».
En ese momento del debate propuse a los militantes que utilizaran la pizarra para representar su manera de percibir las necesidades de las personas. La pirámide se convirtió entonces en un círculo dividido en diferentes secciones, sin orden prioritario, cada uno de ellos con el nombre de una necesidad (salud, cultura, ingresos, vivienda, espiritualidad, educación, trabajo…). El profesional del centro comunitario de acción social propuso que este esquema se transformase en una plantilla de evaluación para que se pueda al mismo tiempo hacer un balance por parte de la persona misma y por el profesional: «Así, la persona puede sentirse relativamente satisfecha con su vivienda, pero preocupada por su estado de salud, la escolaridad de los niños, su trabajo…».

La pirámide que se convirtió en círculo se enseña actualmente en algunos centros de formación de trabajadores sociales y las conclusiones de los programas experimentales de investigación del Cruce de Saberes y Prácticas han servido a lo largo de los años para realizar numerosas coformaciones en el seno de instituciones profesionales y un interés creciente en el mundo universitario para elaborar investigaciones participativas en cruce de saberes con personas en situación de pobreza.